RANKING DE LOS SISTEMAS UNIVERSITARIOS
EN EL CONTEXTO DEL EEES

El Lisbon Council de Bruselas acaba de publicar un ranking sobre la calidad de los sistemas universitarios de 15 Estados europeos (Alemania, Austria, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Hungría, Irlanda, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza) y de los sistemas de Australia y EE.UU.

Tres son los parámetros en los que se fundamenta la investigación: inclusividad, efectividad y respuesta. La inclusividad hace referencia al número de egresados de un país en relación con la población total en edad de estudiar. Por su parte la efectividad se relaciona directamente con el grado de la formación respecto a las necesidades del mercado laboral. Y la respuesta se concreta en la adecuación del sistema universitario a las demandas de cambio y de adaptación a las nuevas necesidades sociales y laborales.

La clasificación la encabeza Australia, a la que siguen el Reino Unido y Dinamarca siendo España el último país de la clasificación global detrás de Alemania y Austria. Sin embargo, España ocupa el puesto undécimo en lo que respecta al indicador de inclusividad, no así en relación con la efectividad que ocupa el decimosexto.
Según el informe los países nórdicos de origen anglosajón son los que obtienen mejor clasificación porque aportan sistemas abiertos de enseñanza superior, mientras que los países germano-románicos muestran sistemas más rígidos y en consecuencia menos adaptados a las demandas sociales y económicas de sus respectivas sociedades.

Este estudio resulta altamente significativo e interesante en estos momentos históricos de renovación de los planes de estudio de las universidades europeas ante la inminente entrada en el EEES, siendo éstas -según consta en la investigación- las más necesitadas de una mayor adaptación a las necesidades propias de cada sociedad. Bien es cierto que en este punto se plantea frecuentemente la típica disyuntiva de si la Universidad ha de supeditarse a las exigencias de las demandas empresariales y laborales, o, si por el contrario, han de ser las demandas empresariales y laborales las que se adapten a la formación ofertada por las universidades.

Lo que realmente se necesita en la situación actual, al menos en nuestro entorno inmediato, es una cada vez más fuerte interrelación entre la Universidad y los sectores empresarial y laboral. Y no sólo mediante regulación jurídica e institucional sino a través de acuerdos y convenios en contextos inmediatos que faciliten la mutua relación en beneficio de la sociedad a la que sirven una y otra entidad. Esto sería un punto de partida que favorecería la realidad de sistemas de enseñanza superior abiertos, realistas y eficientes.
 

Documento

http://www.lisboncouncil.net/media/lisbon_council_policy_brief_usr2008.pdf