La virginidad consagrada y otras figuras femeninas en la obra de Ambrosio de Milán
Elisabet Seijo Ibáñez
Una consecuencia muy relevante de la cristianización del mundo antiguo radica en el encumbramiento social, político y económico del episcopado, estamento al cual se incorporó Ambrosio (c. 339-397), quien pasó de consularis Aemiliae et Liguriae (con sede en la capital lombarda) a obispo de esta ciudad, una semana después de recibir el bautismo. El poder y prestigio clerical determinó que muchos hombres cultos y ambiciosos prefirieran sustituir los tradicionales cargos en la administración imperial romana por los ministerios de la Iglesia. Ambrosio contribuyó a la expansión de los idearios cristianos y de sus prácticas. Conocedor de la teología, la filosofía y la retórica, expuso cómo debían comportarse los miembros de las diferentes categorías eclesiásticas, influyendo en la vida de sus coetáneos. En este libro se aborda la figura femenina en la producción de Ambrosio de Milán, analizando sus indicaciones acerca del ascetismo, la mujer casada, la viuda y, asimismo, sus reflexiones respecto a la mujer pagana, aquella que estaba excluida de su congregación. Para ello se consideran, sobre todo, cinco obras del milanés: De uirginibus, De uiduis, De uirginitate, De institutione uirginis y Exhortatio uirginitatis. Constituyen una alabanza del ascetismo y una reprobación de las segundas nupcias en el caso de las viudas, las cuales, junto con las vírgenes, conformaban otro grupo muy destacado y privilegiado de las iglesias antiguas. Estos escritos se convertieron en un referente del ascetismo femenino cristiano.