DALLAS BUYERS CLUB (JEAN-MARC VALLÉE, 2013)

Per Javier Parra

T.O.: Dallas Buyers Club. Producción: Focus Features / Truth Entertainment / Voltage Pictures / R² Films / Evolution Independent Productores: Robbie Brenner, Parry Creedon, Michael Sledd, Rachel Winter. Director: Jean-Marc Vallée. Guión: Craig Borten, Melissa Wallack. Fotografía: Yves Bélanger. Música: Lucie Bourgouin, Bob Bowen, Michael Wickstrom. Montaje: Martin Pensa, Jean-Marc Vallée.
Intérpretes: Matthew McConaughey (Ron Woodroof), Jennifer Garner (Eve), Jared Leto (Rayon), Steve Zahn (Tucker), Dallas Roberts (David Wayne), Denis O'Hare (Dr. Sevard), Griffin Dunne (Dr. Vass), Kevin Rankin (T.J.).
Color – 117 min. Estreno en España: 14-III-2014.

 

En una de las escenas de Dallas Buyers Club asistimos a cómo un Matthew McConaughey ataviado de cura se dispone a cruzar la frontera con el maletero atestado de fármacos ilegales que está dispuesto a vender en los Estados Unidos a otros enfermos que, como su personaje en la película, viven a esperas de que aparezca un método viable para combatir el VIH. El canadiense Jean-Marc Vallée retrata de forma solemne la figura de Ron Woodroof, uno de los principales impulsores en la década de los ochenta para que se propiciaran alternativas para la lucha contra el sida y que abrió la veda a que diferentes organizaciones continuasen con la labor por él iniciada.

Si hay algo que caracteriza la breve pero intensa filmografía de Vallée es el leitmotiv presente en cada uno de sus largometrajes: la búsqueda del amor y/o de la felicidad. Ya quedó patente en C.R.A.Z.Y. (2005) la gran capacidad de un director capaz de dotar sus productos (que bien podrían pasar por cualquier otro telefilm al uso) por obras donde priman la historia y unos personajes perfectamente dibujados. Amén de la excelente selección actoral, el biopic de Woodroof planea más allá de la realidad y dota de alas a un McConaughey en uno de los mejores papeles de su carrera (es alargada la sombra de su reciente y brillante interpretación en True Detective, la serie revelación del año). Más allá de la realidad porque, aunque basado en hechos reales, el guion de Craig Borten y Melissa Wallack (hay que hacer especial mención a la tarea de gestación del film de la mano de Borten, quien se entrevistaría en varias ocasiones con Woodroof antes de su muerte, encuentros que servirían de base para la creación del personaje fílmico) proporciona al personaje de Ron una serie de características y atisbos de personalidad totalmente creados para una puesta en escena y caracterización al servicio del espectador. El público pues, no debe hacerle caso del todo a la leyenda que reza al inicio del film, esa arma harto utilizada en los telefilms de sobremesa que dice “Basado en hechos reales”.

Que la labor llevada a cabo por Woodroof fue real es algo indiscutible, pero volviendo a la escena comentada al inicio, esa en la que disfrazado con un hábito de sacerdote, él está dispuesto a cruzar la frontera para traficar con medicamentos, es tan real como la vida misma. Menos real es la elaboración del personaje, presentado como puro estereotipo de cowboy aficionado al rodeo, homófobo y consumidor habitual de estupefacientes. Cabe decir que, aunque infiel a la realidad, este conjunto de características definitorias son las que encajan a la perfección en la película, siendo las que jugarán un papel fundamental en su relación con el resto de personajes. Y aquí es donde entra en juego Jared Leto.

Dallas Buyers Club es una pequeña película con dos actores soberbios, de eso no queda duda, pero sería muy difícil poder calificar el nivel interpretativo de cada uno de ellos. Aunque secundario, el personaje de Rayon (Jared Leto), un travestí enfermo de sida que conoce a Ron tras compartir habitación en el hospital, pasa a formar parte del top ten de interpretaciones de reparto estelares de la historia del cine. Rayon se convierte en el apoyo y mano derecha de Woodroof en su nueva iniciativa, llenando sus bolsillos gracias a esa “Asociación de Compradores de Dallas” a la vez que ayudan a mejorar la calidad de vida de aquellos seropositivos dispuestos a pagar por la medicación de contrabando.

Con una correcta Jennifer Garner en el papel de Eve, la enfermera y contraparte amoroso del protagonista, no cabe hacer mención a la transformación física a la que McConaughey y Leto se vieron sometidos para meterse en la piel de sus respectivos personajes. Algo que gusta (y mucho) a la Academia, pues cuando un actor/actriz ha transformado radicalmente su cuerpo para llevar a cabo un papel, los miembros del jurado han votado casi de forma unánime para otorgar nominaciones y premios que avalen tal tarea. Si a ello le sumamos las, repito, brillantes interpretaciones de ambos, no fue ninguna sorpresa ver recoger a los dos actores la gran mayoría de premios a los que habían estado nominados (en la categoría de Mejor Actor y Mejor Actor Secundario), destacando el Oscar y el Globo de Oro.

Pese a la dureza que supone el contexto fílmico, el de la inseguridad provocada por el VIH en los Estados Unidos en la década de los ochenta, la máxima de Jean-Marc Vallée vuelve a estar presente, pues Woodroof decide luchar por él mismo en busca de su felicidad y confort y, pese a realizarlo a modo de negocio, consiguió llevar esa felicidad a otros. Así pues, estamos ante una pequeña película que, gracias a una excelente dirección de actores y dos brillantes actuaciones, está destinada a convertirse en uno de esos títulos imprescindibles del séptimo arte.

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ISSN 2014-668X | Latindex
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